Desde que tengo uso de razón pocas contiendas electores en Estados Unidos han tenido esta repercusión. Si las cosas siguen como van, muy pronto un negro podrá convertirse en el presidente de los Estados Unidos, representando así a una raza que llegó siendo esclava a ese país, soportando maltratos, humillaciones y ofensas.
Su posible triunfo llenaría de orgullo a Martín Luther King, quien dijo tener un sueño como ese, alguna vez. También a Malcom X, quien decidió sustituir su apellido por una X, simbolizando el nombre desconocido de sus antepasados. Honraría a Rosa Parks quien se resistió a ceder su asiento para que un pasajero blanco en el autobús tomara su lugar.
Aunque su campaña no toma ese matiz abiertamente, representa el poder de la lucha por lograr un ideal. Cual de aquellos hombre y mujeres que un día cruzaban el mar encadenados en un barco, hubiera pensado que siglos más tarde uno de ellos fuera el presidente de esa nación. Supongo que muy pocos, pero la esperanza no dejaba de fluir y hoy aquellos ancestros ven la recompensa.
Aunque tengo gran simpatía por Hillary porque representa dignamente mi género, aunque no sea gringa, ni vote por ellos allá o aquí, yo voy a Obama ¡Pa lante presidente!
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