Wednesday, December 23, 2009




La ciudad de Santo Domingo es una de muchos contrastes, ecléctica por donde quiera que la mires. Las clases sociales trazan líneas de fuego imaginarias, que separan siempre a una cosa de la otra.

Los lugares no son abiertos a todos los públicos, más bien, cada público tiene su lugar específico. Así, será casi imposible ver a una "niña bien" sentada en un colmadón. Será casi imposible ver a "niña mala" tomando el sol en un yate anclado en las playas del Este.

Pero (siempre el pero) hay lugares donde las clases parecen fundirse sin excusa alguna: Las calles de Santo Domingo. Estas son libres, por ellas transitan en que desea, por esta razón vemos como se unen en las amplias avenidas motores de "concho", carros destartalados (a veces) que sirven para transporte público, guaguas indecente, taxistas que no respetan leyes, propietarios de carros lujosos que tampoco respetan leyes, en fin un desfile digno de ver de automóvles y gente.

Las esquinas de esas amplias avenidas son un sub mundo. Allí convergen vendedores ambulantes, expertos en desarrollar esa creatividad única que hace que nosotros, los dominicanos, siempre le busquemos la vuelta a todo.

Venden esto, venden aquello, venden mil cosas, buscan ganarse el sustento honradamente y así lo hacen.

En las esquinas todos parecen compartir noticias sobre las ganancias del día, son testigos de esta ciudad que cada día se llena de smob, de estrés, de egos inflados, delincuencia y sueños a largo plazo.



Tarjetas de llamadas, covers para celulares, maíz al vapor... Hay de todo para todos. ¿Que quieres comprar? Vete a una esquina de la ciudad.



¿Pececitos de colores? También. Resultan un buen regalo, o una buena compañía, si es lo que necesitas.


Una valla inmensa de la Hyunday Veracruz, contrasta con la realidad que viven los vendedores que se reúnen en una de las esquinas más movidas que puedas encontrar en la ciudad de Santo Domingo.

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